María Josefa de Jesús de Lourdes Riccardi Braschi, mejor conocida como Josefina, o cariñosamente como Doña Pepina, dejó un legado invaluable en Zaraza. Fue maestra, cultora y fundadora de la agrupación musical Coral Zaraza, patrimonio artístico del pueblo.
“Josefina es tu nombre de pila, que desde el bautismo debiste llevar, más la gente al cortarlo se inclina, todos te llamamos Pepina nomás…”
Canción A Pepina de Carlos Ramón Gómez, en honor a la fundadora de la Coral Zaraza.
Pepina se esmeraba en crear carrozas originales: la torta de 15 años, Mickey Mouse, el Molino, la fantasía marinera, la Calabaza de Halloween, el Cisne, entre muchas otras son recordadas por sus integrantes.
Los trajes de las comparsas eran inigualables: coloridos y bien hechos.
“La última comparsa que produjo fue la de las diablitas”, recuerda Marieva Zamora Irazábal, quien entró a sus cinco años a la institución.
El temple de Pepina
Nació en Zaraza el 17 de junio de 1913 en el seno del hogar conformado por sus padres José Riccardi e Isabel Braschi.
Estudió en el Colegio Bonifacio Gómez, lugar donde desde pequeña demostró su amor por el arte, la música y la danza. Cursó estudios de historia del arte con el maestro Domingo Casanova, de dibujo con el pintor Luis Alfredo López y de pintura con la profesora Otero Silva, en Caracas. En Zaraza recibió clases de piano del maestro José Ayala Romero.
Las inclinaciones artísticas de Pepina estuvieron enlazadas a la religión, como cuenta Henry Agobian en su blog sobre historia de Zaraza:
«Siempre pendiente de las actividades religiosas y culturales de Zaraza, Doña Pepina desde muy joven comenzó a participar en ellas, de hecho alrededor de 1950 ya se había hecho cargo de una congregación de jovencitas llamada ‘Hijas de María’, a quienes ensayaba para acompañar las misas, la coronación de la virgen, rezar el rosario y otros eventos de formación católica»
Henry Agobian Viettri en Rostros y Personajes de Zaraza: Josefina Riccardi de Castro (Doña Pepina)
Mundo Infantil
Con la llegada de la primera radio a Zaraza en 1967, Doña Pepina encontró muy pronto un espacio para la cultura en este medio de comunicación. A un mes de la fundación de Radio Zaraza se escuchó por primer vez «Mundo infantil», un programa dominical dedicado al canto y la declamación en el que participaban niñas de distintas edades.
En 1973, la agrupación Mundo Infantil cambió su nombre al de Coral Zaraza, una institución dedicada al canto, la danza y las manifestaciones culturales.
Pepina haló unas cuentas orejas a las “niñitas” inquietas, quienes sentadas en las sillas multicolores de su casa, le colmaban la paciencia durante los ensayos de la Coral Zaraza. “¡Niiiiiña, estate quieta!”, decía a las jovencitas. Ninguna de ellas alguna vez tomó esos regaños para mal.
Pepina creó un lazo afectivo con sus niñas y con sus no tan niñas. Las tardes de muchas jóvenes zaraceñas pasaron en la casa número 27 de la calle Bolívar, lugar de residencia de la familia Castro Riccardi.
La diversión de juntarse con las demás integrantes de la coral, la aventura de esconderse en cada rincón de la casa, lo sabroso que era comerse el heladito que vendía la muchacha que vivía con ella, son parte de las vivencias de las niñas que se convirtieron en jóvenes y que, con el tiempo, unieron a sus hijas a la coral.
Por la puerta azul del zaguán de la casa entraban corriendo las niñas, emocionadas por estar otra tarde en la coral. Pero si alguna llegaba con descotes, enseguida Pepina se levantaba y soltaba: “¡Esa niña no tiene maaadre! Mira como la deja salir a la calle”. Las carcajadas se apoderaban del recinto. Todas comentaban con gracia las ocurrencias de Pepina.
María Eugenia Zamora, integrante fundadora y madre de otra coralista, recuerda el temple de quien consideraba una segunda mamá. “Era estricta cuando de ensayar y montar un acto se trataba”. Piensa que nunca pudieron retribuir todo lo que su directora les dio, lo cual resume entre enseñanzas y valores: disciplina, respeto, tolerancia, compañerismo, el valor de la amistad, de la constancia y el amor por nuestra música.
Casi el 80 % de las canciones interpretadas por la agrupación fueron compuestas por el maestro Carlos Ramón Gómez, entre ellas, las más recordadas: Chinchorral (1976), Federico el de Gervasio, Flor de Unare (1970) y Natividad.
Otro valor que inculcó Pepina fue el amor a Dios y a la Virgen. Eso se puede constatar por la cantidad de coronaciones de la Virgen, que año a año organizaba en el mes de mayo. Además de eso, preparó a cientos de niños y niñas para la tomar la primera comunión. “Enseñó a cuantos niños llegaron a su vida a rezar y respetar a Dios y a la iglesia”, dice Marieva Zamora.
Las presentaciones de la Coral Zaraza no eran solo locales, las niñas viajaron junto a Pepina a Caracas para presentarse en la Televisora Nacional CVTV., Radio Caracas Televisión e incluso, en 1969, relata Henry Agobian, fueron invitadas al Congreso Nacional por el zaraceño Jorge Dáger, presidente de la Cámara de Diputados y del Parlamento Latinoamericano.
En 1975, Pepina fue declarada “Mujer del Distrito” por el Concejo Municipal de Zaraza en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Además fue condecorada como Hija ilustre de Zaraza, en 1992, y recibió la máxima Orden “General de División Pedro Zaraza” en su única clase, en 1997.
En 1992 la Coral Zaraza celebró sus 25 años y en la ocasión se rindió homenaje a su fundadora.
El autobús de Pepina
La Coral realizó incontables viajes por Venezuela. En las madrugadas de cada temporada vacacional salía el autobús a Mérida, Margarita o a las playas del estado Sucre.
Los viajes eran organizados por Pepina y las representantes de las niñas. En el recorrido no se dejaba de hacer lo que se hace en una coral: cantar. Recuerdos dolorosos, Chinchorral, Federico el de Gervasio, Flor de Unare, La negrita de El Furrial, Madrugada en el Palenque, entre muchas otras piezas del maestro Carlos Ramón Gómez, eran entonadas en las carreteras. Muchas amistades nacieron en los viajes de la Coral Zaraza.
A Pepina le encantaba comer chucherías y dulces, recuerda Marinita Álvarez. En los viajes a las playas, que fueron muchísimos, se sentaba en la arena y llamaba a cuanto vendedor de ostras pasaba frente a ella. “¡Mijooo, ven para acá!”, les gritaba a los jóvenes que pasaban cargados de moluscos. Y cuando no eran ostras, eran torrejas repletas de azúcar, conservas de coco o cualquier otro dulce.
En 2007 la Coral Zaraza celebró sus 40 años.
Uno de los últimos viajes lo organizó Bermarys Rodríguez, quien asumió las riendas de la institución tras la muerte de su fundadora. El destino fue Caracas, lugar donde se encontraba internada Pepina, en la Casa Hogar Hermana Estefanía.
El 23 de junio de 2007 un grupo numeroso visitó ese centro geriátrico. Le cantaron y danzaron a la fundadora de la Coral Zaraza, quien tenía 94 años para entonces. Cuatro meses después, el 25 de octubre de 2007, se cortó el umbral la prolifera vida de Doña Pepina.
Un legado para siempre
En julio de 2012 se conmemoró el centenario de Josefina Riccardi de Castro. Un homenaje tuvo lugar en la Iglesia San Gabriel Arcángel.
La canción A Pepina de Carlos Ramón Gómez, resume en una de sus estrofas el legado de esta mujer zaraceña, el cual se mantendrá en el acervo cultural del pueblo de generación a generación:
“Te debe la iglesia, te debe el folclor tu arte, tu obra, todo va a favor, de tu gente amiga, la comunidad porque no conoces la mezquindad”
En mayo de 2016 la Coral Zaraza bautizó un álbum discográfico de 23 piezas en el que se recopilan las canciones más famosas de la agrupación.