«La voluntad de Aguirre y El Unare», por José Antonio De Armas Chitty

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José Antonio De Armas Chitty

En 1949 escribió «Zaraza, biografía de un pueblo». Entre las líneas de esta obra, el autor contó detalladamente cómo se inició la historia de la prensa escrita en Zaraza, en 1881, con la impresión del primer ejemplar del periódico «El Unare».

A continuación transcribimos el apartado «La voluntad de Aguirre y El Unare» (pág. 213-216) de la obra «Zaraza, biografía de un pueblo».


Mientras en otros lugares de Venezuela, para 1880, no había más interés que en esgrimir un sable o hacerle coro a Guzmán Blanco, en un pueblo lejano del interior, un hombre se fatiga por comprar una imprenta. Después de agotar recursos, Luis María Aguirre Graterol, voluntad sin tregua, obtiene en Estados Unidos la imprenta.

En grandes cajas la llevan a Guanta con miras a su traslado a Zaraza en carros de bueyes. Cuando el barco llega a la bahía surgen dificultades: la guerra civil amenaza a la región, y el Gobierno, que no tiene el control absoluto de la plaza, no habilita el puerto. Hay que ir a La Guaira.

Nueva travesía, desembarque de noche, a la luz de candiles, daba a la escena un aspecto sombrío. Algunos días permanece en La Guaira la imprenta. Luego la embarcan en una lancha, sube la corriente de Unare, y se detiene frente a las cuatro estacas que llamaban Puerto Arturo, a la vista de Zaraza. El pueblo se vuelca hacia el rio a ver la imprenta, o a ver los cajones en que llegaba. Un carro de bueyes la conduce hasta la casa de Aguirre.

Hay un silencio que bien pudiera interpretarse como fracaso, pero es el silencio de la voluntad cuando ordena sus energías dispersas.

Aquí se fija un estante, allí se abre un hoyo para que la base de acero tenga pie de piedra y no se hunda. Más allá los hombres organizan los tableros donde los tipos se agruparán alfabéticamente.

No se descuida un detalle. Todo es acción en la casa humilde de Luis Maria Aguirre.

Aguirre es entusiasta. Pudiera haber comprado una hacienda y dedicarse en la paz del campo a los rebaños y a las siembras, forma sagrada de vida exaltada por Virgilio. Pudiera haberse quedado en su casa, en la calma inútil de todos los que pasaron sin un gesto hermoso. Aguirre no pertenece al grupo anónimo.

Si se crispaba de angustia cuando tardaba la imprenta, ahora que la tiene a la vista desespera porque tarda el momento de ponerla en marcha. Va a fundar un periódico.

Todos los que se consideran autorizados para opinar en lo que no entienden, sugieren nombres raros: «El Fanal», «Zaraza». Aguirre escucha y no se decide por ninguno. Él desea un nombre que perdure, que sea como los elementos.

A pocos metros de su casa corre Unare. Para probar su fe en el agua, a comienzos de 1881, el 4 de enero, a los dos meses de llegar la imprenta, «El Unare» salía a la calle.

Es hermoso comenzar el año fundando un periódico. La acción se difunde. Junto con el periódico, la imprenta invade la esfera comercial. De los pueblos vecinos utilizan a aquella y se establecen nuevos intereses. El periódico estaba creando esa serie de conexiones que parten de lo literario y se afianzan en lo económico.

El medio es hostil y Aguirre empieza a sentir esa fuerza sin nombre que se empeña en hacer fracasar ideas. Pero el carácter y la tenacidad logran sembrar el periódico.

Muerto Luis María, entra a dirigir a «El Unare» su hermano Luis Felipe, el poeta, hombre empeñoso en estos menesteres. Cuando Luis Felipe desaparece de la escena, en 1909, ya su sobrino Ladislao Reyes Aguirre, hacia cinco años que había puesto a marchar a «El Unare» con un aliento nuevo.

Edición del 3 de noviembre de 1906. [Imagen tomada de la obra de J.A De Armas Chitty]

Tanta es su actividad que llega a salir diariamente. Todo lo resume aquel papel ancho que va a todas partes diciendo el grado de cultura del pueblo. Todos los poetas de la región se han iniciado escribiendo en «El Unare». Reyes Aguirre dedica su vida al periódico y el público responde.

Pero Reyes Aguirre cae para 1915. Entonces su hermana Maria Reyes Aguirre asume la dirección. La mujer tiene a un lado a sus padres, dos ancianos; del otro, el periódico.

«El Unare» sale todos los meses. La buena colaboración continúa en sus páginas, es decir, sigue siendo exponente del pensamiento de Zaraza.

Hace cuatro años surge una tregua en la vida de «El Unare», pero sólo una tregua, pues la fe en postulados de cultura no ha muerto para esta mujer cobriza heredera de la voluntad de los Aguirre.

La historia del periodismo en Zaraza

En 1888, Antonio José Sotillo, insigne maestro zaraceño, junto a Rodolfo Moleiro y Carmen Gómez escribían para el diario «El Estudiante«.